martes, 24 de octubre de 2017

Gustavo García Saraví


Esta mañana descubrí...

a Emilio M. Ogando

Esta mañana descubrí que soy viejo.
Un señor se ha quitado su sombrero
para hablarme
y una vecina ha vuelto
a preguntarme por mis hijos.
(Lo de siempre: la escuela, el crecimiento,
los cumpleaños.)
Además, encanezco lentamente
y ya tengo en las manos mi escritura de compra.
(La propiedad, se sabe,
raíz de la injusticia.) Sin embargo,
lo más triste de todo,
lo más concreto,
es comprender que la esperanza
es un vocablo y que la sangre
–mis viejos ríos de la risa,
de la pasión, del sexo–
apenas constituye una pequeña
marea de memorias.

Fuente: Con la patria adentro, Gustavo García Saraví, Los libros del mirasol, Buenos Aires, 1964.


Condiscípulos

Los condiscípulos
de los buenos colegios celebran con reuniones
y comidas sus fiestas de aniversario. A veces,
inclusive, regalan libros
con el dinero que les sobra,
costosos ejemplares de Ariosto, Tasso o Milton,
para la biblioteca y los alumnos pobres,
los muchachos de ahora
que seguirán alegremente a aquella
generación de triunfadores, nobles
lobeznos, voluntades a prueba de petardos.
Y hasta es posible
que les alcance para comprar un Martín Fierro
encuadernado en vaca, pura vaca,
vaca total, telúrica, madre y señora nuestra,
igual a los que adquieren
los yanqys que nos aman y protegen.

Se reúnen en noches luminosas
(no se sabe por qué nunca les llueve)
y lugares lujosos. Se abrazan, lagrimean,
hablan de su familia y los hijos actuales,
los grandes profesores
o el costo de la vida. Luego,
imperceptiblemente, mencionan automóviles
y salarios de criadas, mientras beben como
demonios y bromean sobre las alopecias
o la fuerza sexual y espían
sus ojales en busca de “Rotarys” o “Leones”.

Algunos pocos, como siempre, faltan
a la celebración: los resentidos
y fracasados,
dos o tres izquierdistas y un difunto.
El resto como fierro. Llegan desde el Oeste,
Puerto Madryn, Ushuaia con sus rostros
de astronautas felices, vencedores
de la horrible pobreza y el destino.

También
conversan, como es lógico, sobre temas profundos
y están en desacuerdo con los curas
tercermundistas
y los que no asistieron a la fiesta. Se trata
de una excelente
bandada de escolares,
Chacabuco, Maipú y Febo asoma.

Después del postre, el escritor famoso
pronuncia su discurso, mojan
en cognac los habanos y vuelven a sus casas
felices del encuentro, del donativo hecho
a la literatura
y de la placa que dejaron
sobre la tumba
del celador que odiaron como a nadie.

Sus amables mujeres soportan su tardanza
en llegar y sus vahos de alcohol o envidia,
y varias piensan
en el buen matrimonio realizado
y el porvenir de Felipito.

Se cree que dos de los fallutos
que faltaron estaban secos y que otro de ellos
–uno de los mejores– se muere en una sombra,
en un secreto, convencido
de que las furias, las violencias
(y tal vez los perdones)
son como rosas jóvenes que caen sobre la dulce
podredumbre del mundo.

Fuente: Libro de quejas, Gustavo García Saraví, Compañía Impresora Argentina, Buenos Aires, 1972.


Lago Mascardi

He pasado la tarde
tirando piedras, cantos rodados en el agua.
El Mascardi lamía mansamente
sus riberas, y el sol
jugaba como un tonto a dividirse en átomos
de luz sobre la espuma.

A mi lado, Mercedes,
me ha dicho no sé cuántas
cosas intrascendentes acerca de los peces,
las rocas, sus hermanas y los cuentos
infantiles que sabe.
Pero yo, abstraído, he pasado las horas
tirando piedras en el agua, fuera
al fin de mi epidermis habitual,
pensando simplemente en la tranquilidad
de no pensar ni comprender la vida,
ceñido sólo
a la delicia de dejar que pasen
por los ojos confusas, desvaídas imágenes,
o calcular, con cierta imprecisa tristeza,
cuántos cantos rodados
podría aún tirar
en el agua, si nunca me muriera.

Bariloche, 1956

Fuente: Libro de quejas, Gustavo García Saraví, Compañía Impresora Argentina, Buenos Aires, 1972.


Palabras para Eddie

Mi madre me conduce hacia todas las cosas.
O, mejor dicho,
todas las cosas me aproximan a ella,
a su ferocidad, a sus temibles siestas,
a los platos colgados
de las paredes
del comedor, a los encuentros
de indudable ternura que tuvimos
antes de su agonía,
a la pieza del fondo, a varias
muchachas de servicio, a su dramática
postura frente a la existencia
que, verdaderamente,
la castigó sin pausas ni piedades.

Claro que ahora
debo buscarla en otras superficies
y alegorías, en distintas
concavidades
parecidas a vientres de cuestionable afecto.
(No de balde también la muerte es una trágica
alegoría dada vuelta, la vida boca abajo.)
Y entonces la reclamo de nuevo, como un hijo
recién nacido, apenas un lactante,
en los lugares o personas más
absurdos: una tía, un cumpleaños,
una tristeza repentina
o en los refranes
que repiten sus nietos
–sin darme cuenta de que el tiempo
es un espejo a veces–,
un apellido distinguido
de los que a ella le encantaban,
una de sus amigas
sobrevivientes,
la iglesia San Ponciano.

O en símbolos o seres todavía
más increíbles:
la voz del analista, un racimo de flores,
comidas que ya no comemos,
cómodas de caoba. Y sobre todo tú,
tú, mi inocente, suma
de la paciencia que no tienes nada
que ver con mi angustia y tampoco
sabes acomodarme fetalmente,
ni darme de mamar, ni quitarme los miedos.
Tú, la sin culpa,
la dulce reemplazante que no reemplazas nada,
salvo mis nuevas culpas y traiciones
y soledades y arrepentimientos
y cunas lejanísimas y tristes.

Fuente: Libro de quejas, Gustavo García Saraví, Compañía Impresora Argentina, Buenos Aires, 1972.


Las mujeres que van a los bulines de los hombres

Las amantes irrumpen
alegremente
en los bulines de los hombres
entran como palomas, como brotes de muérdago
como espejuelos bailarines
sitian sus aposentos, sus balcones
sus pequeñas cocinas y entonces sí, la vida
comienza a ser, de veras
una jovialidad, un desahogo
una respiración
una ciruela que madura
detrás de las orejas.

Se instalan cerca
de las botellas
el tocadiscos
las ventanas, los libros tirados por el suelo
y empiezan a fumar
a reírse, a contarnos sus cosas más profundas
los divertidos cuentos
de los esposos
burlados, de los hijos
de los papeles
que hay que firmar para casarse en Méjico
de las modistas
del amor que nos tienen.

Luego se quitan un zapato
una incitante media, un rictus de temor
una pestaña y cuelgan suavemente
de la cama los aros, las pulseras
los peinetones, las hebillas
las ajorcas de niebla, los anillos
de compromiso
los cinturones
de castidad e inician
la ceremonia, los gemidos
las esperadas nupcias, la ascensión a los Alpes
los apagados
sonidos que provienen
de sus abejas interiores
de sus celdillas ácidas
y colmadas.
Después, el olfato, el oído
el poderoso tacto se pueblan de rumores
crecen mágicamente y los malvones
las perchas, los retratos
son otra cosa: un sueño, una sevicia
de nata y terciopelo, una serpiente
de nácar, amaestrada y hermosa, un veranillo
de San Juan, una
bandera.

Las amantes
cumplen su cometido, danzan alrededor
de los jarrones, del crepúsculo
del humo, vuelan
hasta tocar el techo
y finalmente salen, presurosas
en busca de los niños, de la madre
de una radionovela impostergable
hasta el próximo miércoles
hasta el lunes que viene
hasta el domingo bien temprano.

Fuente: Salón para familias, Gustavo García Saraví, Compañía Impresora Argentina, Buenos Aires, 1977.

Gustavo García Saraví nació en La Plata el 29 de diciembre de 1920 y murió en Buenos Aires el 19 de mayo de 1994. Durante varios años vivió en Posadas, Provincia de Misiones, ciudad que lo declaró Huésped de Honor en 1992. Fue poeta, escritor y abogado. Publicó, entre otros, los siguientes libros de poesía: Tres poemas para la libertad (1955), Monografía para mi muerte y otras soledades (1956), Los sonetos, (1958), Los viajes (1960), Sonetos de amor (1963), Con la patria adentro (1964), Del amor y los otros desconsuelos (Prólogo de Jorge Luis Borges, 1968), Libro de quejas (1972), Cuentas pendientes (1975), Cuadernos del Ecuador (1976), Segundas intenciones (1976), Salón para familias (1977), Última instancia (1979), Ensayo general (1980), Escalera de incendio (1981) y Puerta de embarque (1986). Como reconocimiento a su labor poética, la editorial madrileña Empeño 14 dio a conocer en 1981 sus Obras completas. Recibió, asimismo, numerosas e importantes distinciones, entre ellas: Primer Premio de Literatura de la Provincia de Buenos Aires (1952), Premio Internacional de Poesía del diario La Nación (1963), Premio Regional y Nacional de Poesía (1974 y 1977), Premio Internacional de Poesía Leopoldo Panero (1981), Premio José Luis Núñez (1981) y Diploma al Mérito de la Fundación Konex (1984). En 1990, la Municipalidad de La Plata lo designó ciudadano ilustre. De espíritu escéptico, García Saraví cultivó el soneto y el verso libre por igual. Su pluma abordó los temas más diversos, como el amor, la familia, la soledad, el tiempo, la vejez, la muerte, la patria, los héroes, la injusticia social, y lo hizo, unas veces, con dolorido acento y, otras, con ironía impiadosa. Perteneció a la generación neorromántica del 40.

Foto: Gustavo García Saraví. Gentileza de Cristina Sathicq.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Julián Axat


Un arcoíris en calzoncillos*

Leer poesía ante 3000 personas no es lo mismo que
hacerlo en un salón entre 5 poetas una copa & humo
con 10 espectadores y una editorial pacata de 300 ejemplares
Leer poesía ante 3000 personas en una plaza pública
no te debe inflar el pecho como a un Maiakovski
pues ningún poeta será un rock star con penacho
y pocas veces se repite en estos tiempos
leer poesía ante 3000 personas es un hecho inédito
como un arco iris en calzoncillos
como la voz que viaja en versos
con fuerza de publicidad.

*El título juega con “Una nube en pantalones”, poema de Vladimir Maiakovski.


Despedida menor
(Despedida de la Defensoría 16)

Anoche soñé
con todos los pibes que defendí en estos años
se acercaban a pedirme que no renuncie
que me quede a abrazarlos una vez más
que los asista les explique la causa de su mal
el origen de los golpes que los traían hacia mí
que escribamos el último poema y que vayamos
de la mano ante el juez de los sueños perdidos
a exigir por los próximos años
no creo irme muy lejos les decía
entonces uno de ellos el mensajero
sacaba una hoja y me la extendía
para cuando despiertes me decía y yo leía un símbolo
un símbolo que no recordaba cuando despertaba
y mi hija de 4 años me llamaba a los gritos
desde su habitación.


Off shore

Fugarse
Fugarse de la vida
Fugar a los que no tienen nada
Fugar la riqueza de los que no tienen nada
Fugar la necesidad de otro mundo posible
Fugarse del otro porque le tengo miedo
Fugarse a una isla y alambrar mi perímetro
Fugarse de los miserables de los que nada tienen que perder
Fugar la esperanza y el sueño a un paraíso más parecido al infierno de lo ajeno
Fugarse de la infancia perdida y no recobrada
Fugar el encuentro hacia el desencuentro de unos pocos
Fugar la revolución en los ojos de un burócrata del ajuste
Fugar el propio suicidio en la colonia de la mente
Fugarse del padre y de la madre fugarse de Dios
Armar una cuenta en el paraíso de los muertos
& pedirles a ellos clemencia & fuga cuando todo estalle
Fugar la memoria y la narración
Fugar la mirada y la sensibilidad
Fugar la pasión y las ganas de cambiar el mundo
Fugarse de todo y de todos hasta que
Fugarse sea…
El egoísmo que nos devore


 El Palacio de Justicia

A lxs trabajadorxs de ATAJO

Las villas no tienen palacios de justicia
tienen capillas & centros de información
enviados policías punteros referentes & servicios infiltrados
las villas no tienen palacios de justicia porque
el poder judicial nunca se embarra
te atiende de saco & corbata tras el mostrador de Talcahuano
& los códices comentados en latín
dicen que las villas no deben tener palacios de justicia
sino derribadores de bunkers & allanamientos masivos
resolvedores de problemas desalojos & pibes descalzos mujeres golpeadas
falopa & la mayoría de gente honesta que vive
haciendo cola en un almacén donde también te remarcan
o te cobran canon por estar & tratarte de peligroso
porque la villa no tiene palacios de justicia
& es un sueño que lo tenga
& por el ojo de la cerradura entre algún día el palacio humano
demasiado humano menos palacio más justicia
más camello & menos corbata

 
El día que Maiakovski disparó al cielo con un arma que le dio Lunarchaski*

En 1918 Dios fue sometido a juicio
por sus crímenes contra la humanidad
En el banquillo de los acusados se colocó una Biblia
Los fiscales presentaron numerosas pruebas de culpabilidad
basadas en testimonios históricos sobre la crueldad de Dios
La defensa pidió la absolución por demencia evidente y
por desarreglos psíquicos irreversibles
El tribunal encontró culpable a Dios de todos los cargos
y lo condenó a muerte
En el amanecer del 17 de Enero de 1918
un pelotón de fusilamiento disparó cinco ráfagas de ametralladora
contra el cielo de Moscú y cumplió la sentencia
Tiempos después Lunarchaski, el comisario cultural de la revolución, dijo:
“Dios no existe. Lo fusilamos nosotros allá por 1918”.

*Variación de un poema de Rimbaud en la CGT (2014).


El Estado se retira de la poesía

& vuelven
los versos perfumados con deudas contraídas
a las multinacionales del intimismo y el salón
Los mercaderes de las palabras
el pago a los buitres & no a los albatros
la sangre cartonera
el cualquerismo sin fin
vuelven los museos sin próceres & sin panes
las tertulias con el rey local de Mondadori
& nada de alpargatas
sí de mocasines
& los malos vuelven
los muy malos no los malditos
ahora vienen a tirar balas contra la sombra
de Evaristo Carriego
porque el Estado
el Estado se retira de la poesía
claro que
después de no haber entrado nunca
pero sí anunciarla
con bombos & platillos


Poema nacido al pasar de una frase de García Linera en un discurso
brindado en Argentina en 2016

Ellos son los muertos vivientes
Por donde pisan arrasan y esparcen la peste

Ellos abren la grieta más a fondo y después claman
Por la paz de los cementerios y la reconciliación nacional

Ellos ponen a los verdaderos muertos de esta Historia
Nosotros los lloramos y recordamos con justicia

Ellos son los muertos vivientes

Nosotros / La vida


Noticias cruzadas de la villa

Desalojan el barrio de la toma pacíficamente
Las hilanderas se juntan y arman un taller de derechos

Asesinan a un menor de edad en la puerta de
Se inaugura un centro comunitario para atender casos de

Un grupo de narcotraficantes dispara contra
Homenaje a cura villero desaparecido en la

Son secuestrados 200 kg de cocaína de máxima pureza
Cooperativas desarrollan emprendimiento sanitario

Enfrentamiento entre dos familias y la policía no interviene
Festejan día del niño en la Iglesia de… y entregan juguetes

La mafia de las viviendas avanza dentro del barrio
Ministerio del interior entrega 500 DNI gratis

Policías abaten a dos personas en enfrentamiento por robo piraña
Un juez decomisa casa de presunto narcotraficante y la entrega a las Madres del
Paco

Una mujer es golpeada salvajemente
En la OFICINA DE VIOLENCIA DOMESTICA DE LA CORTE no se deciden a
descentralizar su servicio en las Villas

La basura se amontona en la esquina y hay cada vez más ratas
La cooperativa de basura empadrona nuevos trabajadores

Los extranjeros cometen cada vez más delitos y exigen deportación…
En la ciudad de Buenos Aires los trabajadores provienen en su mayoría de barrios
periféricos

La ambulancia del SAME no ingresó y murió desangrado
En el comedor de… pasan 800 personas por día


Coloquio en Pocitos

Junté pedazos de la infancia gaucha de Lautremont y Laforgue
pinché en el cielo lo que quedaba de las libélulas de Di Giorgio
quise aspirarme todo lo que se metía Escanlar en sus fosas nasales
& deambular entre las sábanas disecadas de Idea y Onetti
en la noche rellené crucigramas y aprendí espiritismo con discípulos de Levrero
antes de que salga el sol hice pis sobre la lápida de Benedetti
& me imaginé bebiendo cicuta con Herrera y Reissig prometiéndole que volvería
Junté pedazos de mí mismo abrí los ojos y retorné a la conferencia de juristas

Fuente: Offshore & otros poemas, Julián Axat, Ediciones Periféricas, Buenos Aires, 2017.

Julián Axat nació en La Plata en 1976. Es abogado y vive en City Bell. Fue Defensor Oficial del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil de La Plata y, actualmente, dirige el Programa de Acceso Comunitario a la Justicia de la Procuración General de la Nación. Publicó los siguientes libros de poemas: Peso formidable (2004), Servarios (2005), Medium (2006), Ylumynarya (2008),  Neo o el equipo forense de sí (2012), Musulmán o biopoética (2013), Rimbaud en la CGT (2014) y Offshore (2016). Una edición aumentada de este último, publicado en Chile, fue impresa recientemente en la Argentina con el título Offshore & otros poemas. Figura en varias antologías poéticas, entre ellas: Resistencia en la tierra (2014), Giovane poesía latinoamericana (2016) y Atlas de la poesía argentina (2017). Algunos de sus poemas fueron traducidos al inglés, francés y portugués. Creó y dirige la colección Los Detectives Salvajes de la editorial Libros de la talita dorada. Editó, además, la antología Si Hamlet duda, le daremos muerte (2010), que reúne a 52 poetas argentinos nacidos a partir de 1970, y La Plata Spoon River (2014), una recopilación de poemas de varios autores que hacen referencia a la trágica inundación que enlutó a los platenses el 2 de abril de 2013. Colabora con diarios y revistas del país y del extranjero. Acerca de Offshore & otros poemas señala Absalón Opazo en el prólogo del libro: “La lectura de los poemas de Offshore tiene que ver con el blanqueo de la injusticia capital que a diario se emite por cadena de radio y televisión, y al cual estamos sometidos por la altisonante magnitud del aparato mediático transnacional. La poesía, en ese sentido, cumple en esta entrega de Julián Axat con su misión de agujerear ese velo nuboso de cotidianeidad manipulada y teledirigida, que nos hace odiar y linchar al pibe que roba un celular o unas zapatillas, y al mismo tiempo votar y elegir a políticos que guardan sus ganancias sin rendir en paraísos fiscales. La impunidad del gran ladrón es una de las grandes tragedias que atraviesa nuestra época, y en ese sentido, Offshore agarra correctamente el pulso de la crítica y propone una re-lectura de los hechos mediante el sentido común que caracteriza la búsqueda de la poesía social, o al menos, de cierta poesía social”.

Foto: Julián Axat. Fuente: Offshore & otros poemas, Julián Axat, Ediciones Periféricas, Buenos Aires, 2017.