sábado, 6 de mayo de 2017

María Enriqueta Argüello de Dougherty


Paisaje lírico

La hora es un antiguo tapiz en que las cosas
como en una agonía de luz se desvanecen,
y los jardines donde las almas convalecen
son sueños que prolongan realidades dichosas.

Vuelos indefinidos van tejiendo el sosiego
casi azul de la tarde, que el aire inmoviliza.
En una transparencia serenamente lisa,
el cielo, allá a lo lejos, se va quedando ciego.


Vacío

A los hermanos del colegio
por aquel roble he preguntado
que ayer movía su follaje crespo
y hoy es un cono de aire sobre el patio.

Es sólo un árbol lo que falta
pero unos ojos lo notaron
y en unos cuantos corazones tiernos
otros tantos hachazos resonaron.

¡Tienen vacío tanto sitio!
¿Cómo pensaron en cortarlo?
¿Cómo has dejado, hermano San Francisco,
voltear el rascacielos de los pájaros?


A la España de la memoria

Como sangre manando de una herida
brota de las pasiones indomadas
esta raza rebelde y colorida.

Amo a un pueblo que sueña y que defiende
sus sueños y por ellos se desangra
y con ardiente voluntad padece.

Joven en estridentes armonías,
en lo terco y febril de sus amores,
en la jactancia de sus mil heridas.

Agrazón de las vides, siempre verde;
el tiempo, como un río a su costado,
corre entre las arenas y los peces.

Pueblo altivo, enhiesto entre sus piedras,
para quien es medida soberana
la unión del corazón con la cabeza.


Los adioses

Y se fueron las gentes,
terminó su ajetreo,
se cerraron las casas,
se borraron los ecos
y en urnas de memorias
se refugió el recuerdo.

¡Cuántas pequeñas cosas
que salen al encuentro!
¡Cómo brilla y se aviva
la chispa de un momento!

A través de mis ojos
que evocan y que indagan
¿podrán ver este cielo?
En mis diálogos mudos
¿podrán sus muertas voces
decir palabras nuevas,
alzarse sobre el tiempo?

¡Qué desproporcionado
el más allá silente,
solitario y eterno,
frente a un soplo de vida
más ligero que el viento!

Fuente: De mis jardines, María Enriqueta Argüello de Dougherty, edición de la autora, La Plata, 1990.

María Enriqueta Argüello de Dougherty nació en La Plata el 6 de octubre de 1909 y falleció en la misma ciudad el 30 de agosto de 2001. Era la novia de Francisco López Merino cuando éste se suicidó el 22 de mayo de 1928. Entonces, María Enriqueta, apodada familiarmente Chun, tenía 18 años. Con el correr del tiempo, contrajo matrimonio con el estadounidense Eugene Joseph Dougherty, de cuya unión nacieron cuatro hijos. Fue Profesora de Letras y Traductora de Inglés, egresada de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. Al parecer, su único libro publicado es De mis jardines (1990). Impreso en los talleres de Grafica Lourdes, en La Plata, el libro se abre con prólogo de Carlos Albarracín Sarmiento y reúne cincuenta y seis poemas que la autora conservaba, escritos de puño y letra, en cuadernos y papeles sueltos. Mucho tiempo antes, otros poemas suyos habían sido incluidos en volúmenes colectivos, como la Antología de la Poesía Femenina Argentina (1930), de José Carlos Maubé y Adolfo Capdevielle (h), y la Primera Antología Poética Platense (1956), de Roberto Saraví Cisneros. De su obra se ocuparon, entre otros, Arturo Capdevila y Ángel Mazzei. El primero le dedica un capítulo entero (“Versos de María Enriqueta”) en Loores platenses (1932) y el segundo la rememora en El día domingo en la poesía argentina (1950). Con referencia a De mis jardines, destaca el prólogo de Albarracín Sarmiento: “Poesía musical, de musicalidad propiciatoria, emisaria, terciadora. La música de estos versos vale tanto como el perseverante ánimo de inteligencia que los informa, le da a la razón un impulso que la empina y la abre. Al oírlos, uno anda con ellos conmovido por ese ritmo en que se aúnan el pensamiento y el canto”.

Foto: María Enriqueta Argüello de Dougherty. Fuente: Primera Antología Poética Platense, Roberto Saraví Cisneros, Ediciones Antonio Zamora, Buenos Aires, 1956.

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