jueves, 25 de abril de 2013

Marcos Fingerit





















Josefina Baker

De tanto arder
te volviste negra
Josefina Baker.

Aprendiste a bailar
para quitarte
la pereza sensual
de tus noches africanas.

Insurreccionaste
los tablados
del cansancio occidental
con el dinamismo
de tu cuerpo mercurial.

Toda tú
eres la cálida metáfora
de los charlestones mágicos.


Antena

Actual
dedo acusador
de la rebelión
humana contra Dios.

Hurgador
de las ondas solitarias
que internacionalizan los cielos.

Asta enarbolando
un hoy imperativo
lleno de urgencias de futuro.

Oído extra-real
que acercas el rumor
de todas las ciudades de la tierra.

Aguja
que coses, superpuestas,
las distancias
con un hilo
de posibilidades soñadas.

Múltiple estación
de los convoyes
de anhelos turistas
a través de los espacios.


Profecía

En el alba...

Todas las chimeneas
embanderan
de paz
las altas lejanías.

Un rumor de motores
–humanidad futura–
madura
los ensueños
del vientre del mundo.

En el agua
del alba
se remoja
una vieja profecía.

Ay el día
en que las chimeneas
se saluden
con los campos
y desfilen
entre un ejército de hoces.

Temblarán
las ciudades.

En el alba...

Fuente: Antena, Marcos Fingerit, Editorial Tor, Buenos Aires, 1929.

Marcos Fingerit nació en Rosario el 28 de febrero de 1904. Desde joven se afincó en La Plata y en esta ciudad cursó estudios superiores en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Fue poeta, crítico, traductor y editor. Durante varios años, trabajó en el diario EL Argentino, de La Plata, donde dirigió la sección literaria y realizó críticas sobre arte y literatura. Publicó, entre otros, los siguientes libros de poesía: Canciones mínimas y nocturnos del hogar (1926), Antena (1929), Cancionero secreto (1937), Ardiente signo (1940), Consagración de la espina (1957), Pequeñas canciones del celebrante (1963) y Vísperas del sueño (1965). Perteneció a la “Generación del 30”, también llamada “Generación Intermedia”. Fundó y dirigió importantes revistas literarias como Fábula, Delfín, Unicornio, Hipocampo (junto a Vicente Barbieri y Arturo Cambours Ocampo), Movimiento (junto a Arturo Cambours Ocampo), Delta e Imagen, convirtiéndose en uno de los principales animadores de la vida cultural platense. Colaboró, asimismo, con publicaciones argentinas, americanas y europeas, y mantuvo vínculos con destacadas figuras de la literatura universal (Macedonio Fernández, José Lezama Lima, Juan Ramón Jiménez, Gabriel Celaya, Camilo José Cela y muchos más). Dentro de su producción poética, sujeta generalmente a los moldes tradicionales y de hondo contenido existencial, llama la atención la presencia de un libro tan diferente de los otros como Antena, ilustrado por el artista plástico Adolfo Travascio (1894-1932), del que fueron tomados los poemas publicados en esta página. Antena es considerada una obra futurista y constituye una de las pocas expresiones de vanguardia gestadas por un poeta platense. Fingerit murió en La Plata el 24 de agosto de 1979.

Imagen: Josefina Baker, dibujo de Adolfo Travascio. Fuente: www.adolfotravascio.blogspot.com.ar

sábado, 20 de abril de 2013

Arturo Marasso

























Dicha

Dichoso aquel que vive en mansión heredada,
oye cantar los tordos que escuchó cuando niño;
ve llegar los inviernos entre lluvia y nevada
y siente el mismo acento de familiar cariño.

En la noche, en sosiego, a media luz, en torno
de la mesa o la lumbre, se conversa, en voz tierna,
de un viaje, de un recuerdo, de una ida sin retorno
–hace ya veintiocho años– a la mansión eterna.

Triste lágrima asómase y ocúltase, medrosa,
recuérdase la historia de la aldea, el pasado
tiempo de la familia, la niñez bulliciosa,
y se ve lo futuro al ayer arraigado.

Se lee el viejo libro con reposo, alguna hoja
anotaciones lleva del padre o del abuelo;
a veces una lágrima casual el texto moja
y se encuentra en las dulces páginas el consuelo.

El antiguo reloj de la pared aún suena;
vienen los largos días del estío, o el invierno;
son las noches oscuras o ya de luna llena;
aunque los años vuelen todo parece eterno.

Feliz aquel que vive en mansión heredada
con fontanares y árboles al pie de una colina,
y del otoño lánguido en la tarde nublada
ve rodar por los campos la lluvia y la neblina.

Fuente: 26 poetas argentinos (1810-1920), selección y presentación de Juan Carlos Ghiano, EUDEBA, Buenos Aires, 1961.

Arturo Marasso nació en Chilecito, Provincia de La Rioja, el 18 de agosto de 1890. Se recibió de maestro en Catamarca en 1910 y, al año siguiente, se radicó en Buenos Aires. En esta ciudad se abocó, como autodidacta, al estudio de las letras clásicas y ejerció la docencia en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta. Pese a que no contaba con título universitario, su calidad humana y sus conocimientos hicieron que Joaquín V. González, fundador y rector de la Universidad Nacional de La Plata y coterráneo suyo, lo nombrara profesor de literatura en la Facultad de Humanidades de dicha entidad, función que desempeñó durante treinta años a partir de 1915. Además de docente, fue fundador y secretario de la Academia Argentina de Letras, poeta, ensayista y crítico literario. Publicó, entre otros, los siguientes libros de poesía: Bajo los astros (1911), La canción olvidada (1915), Presentimientos (1918), Paisajes y elegías (1921), Poemas y coloquios (1924), Retorno (1927), Tamboriles (1930) Melampo (1931), La rama intacta (1949) y Poemas de integración (1964). Con motivo de su jubilación y a modo de homenaje, la Universidad Nacional de La Plata, tras designarlo Doctor Honoris Causa, dio a conocer en 1944 una selección de su producción en verso con el título Poemas. Entre sus ensayos literarios y otros textos en prosa cabe mencionar: Estudios literarios (1920), El verso alejandrino (1923),  Hesíodo en la literatura castellana (1926), La creación poética y otros ensayos (1927), Luis de Góngora (1927),  Píndaro en la literatura castellana (1930), Rubén Darío y su creación poética (1934), Cervantes y Virgilio (1937), Cervantes: la invención del Quijote (1943), La mirada en el tiempo (1946), El pensamiento secreto de Mallarmé (1948), Libro de Berta (1949), Estudios de literatura castellana (1955) y Joyas de las islas (1961). Recibió, entre otras distinciones, el Primer Premio de Poesía de la Municipalidad de Buenos Aires en 1924, el Premio Nacional de Crítica en 1937 y el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores en 1965. Hombre humilde, sencillo y de vasta erudición, en opinión de quienes lo trataron, fue reconocido en su época como uno de los humanistas más destacados de la Argentina. Fue maestro, asimismo, de importantes figuras literarias como Julio Cortázar, Ernesto Sábato y el platense Héctor Ripa Alberdi, con quien mantuvo una estrecha amistad. El magisterio ejercido en La Plata durante tantos años y la labor humanista desplegada en la misma, fundadora de una corriente poética que "se nutre en la cultura grecolatina y el Siglo de Oro español", según Roberto Saraví Cisneros, llevaron a éste a incluirlo en su Primera antología poética platense (1956). Para Ariel Ferraro, “En su haber creador se eslabona tensamente lo que emana de las hondonadas tradicionalistas de las grandes etapas de la creación –desde los cantos órficos hasta los posimpresionistas franceses–, con sus exploraciones de tipo metafísico, donde la viva expresión del sentimiento se ciñe a moldes que no por académicos dejan de ser dignos de una actualidad casi permanente”. Marasso murió en Buenos Aires el 26 de abril de 1970. Sus restos fueron inhumados en el Cementerio de La Recoleta y, luego de varios años, trasladados a su ciudad natal, donde descansan actualmente.

Foto: Arturo Marasso. Fuente: www.bam .uns.edu.ar

domingo, 14 de abril de 2013

Patricia Coto





















***

El poema no es necesario.
Los maestros enseñan su importancia
como si fuera un espejo.
Los alumnos lo repiten
como piedras en su boca.
De pronto, el poema se indigna,
se levanta del trono de vacío
donde lo han encadenado
y sale al sol de la mañana.
Cuando el poema camina,
la vida avanza.

31 de diciembre de 2008 


***

Un hombre anciano.
Un bastón unido al hombre anciano,
como un batiente en la tormenta.
Camina y divaga.
Un bastón de palabras atraviesa el aire,
con murmullos agrios.
Lucha, da palabrazos contra
las imágenes de su conciencia,
fantasmas ahorcados al pavor del
viento.
Gesticula como si las manos
fueran de otro, de coros insomnes.
Un hombre anciano mientras
la realidad se disgrega.

22 de noviembre de 2010


***

El mundo parece tan pequeño, una esfera de cartón piedra,
con las sombras verdes de los humedales y las oquedades
amarillas de los desiertos, los ríos como un dibujo niño,
los mares del insomnio, alguna isla con nostalgia y
con las manos cruzadas sobre la vejez, el hastío o
el abandono.
El nombre del mundo es soledad y cansancio,
siglos de perplejidad, de no entender ni entendiendo,
de no contemplar un territorio mayor que las sobras del día,
de gritar para que nadie, ni el eco, escuche.

1° de abril de 2011


***

Malvinas veintinueve años después.

Las islas eran una furtiva memoria de la escuela.
Todos los años, arduas lecciones de la enseñanza
inicial de todas las iniciaciones,
nos arengaban sobre unas derramadas islas
que sonaban como manchas en una pared baldía.
Tiempos en los que las epopeyas eran canciones
de ceremonias feriadas, de actos de evocación
nunca reales herramientas en manos palpitantes.
Hasta el día, el alba, el frío de una jornada
cuando todos cantamos una ardiente diatriba
contra otras esclavitudes, otras sujeciones.
Pero después la guerra tuvo mil caras,
de Juan, de Pedro, de Ignacio.
Caras que adolecían, caras menores,
para que todo fuera una desolación,
una parva de rifles oxidados,
unos panes con verdín, una casaca
agujereada, a la altura de un corazón medroso,
una lata de conserva huérfana,
una rata histérica y, años después,
un olvido turbio, como las botellas de un almacén
arruinado,
las botellas de un mendigo que no sabe qué pedía.

1° de abril de 2011 


***

Benditas las palabras que nos dan casa y comida,
nos aventan caminos, nos extienden las manos,
nos encienden las sangres y disparan a los vientos.
Benditas las palabras sin dilación ni cobardía
que despiertan el corazón de los pueblos y
tejen puentes rebeldes entre los días.
Benditas las palabras que colorean el pensamiento
y lo tiñen de futuro, de añoranza y de vuelo.
Benditas las palabras para que el hombre
no sea sólo una caña al viento
y luche por el canto, por la tormenta,
por las espinas, por todo lo que espera
ser domesticado, amparado.
Benditas las palabras sin derrota,
sin extravío, sin descanso.
Benditas las palabras
que no cesan de bendecirnos.

23 de diciembre de 2012


***

El mundo navega entre hilos.
Telarañas de ciencia informática,
mares virtuales que no tienen piel.
Una pantalla, una tecla, un susurro
nos envían a las fronteras
que no veremos jamás,
con navegantes desconocidos,
sueños sin nombre ni cara
y una continua desolación,
acechando tras la puerta.

2 de enero de 2013

Fuente: Libro del humo, de próxima aparición. Gentileza de Patricia Coto.

Patricia Coto nació en La Plata el 17 de junio de 1954. Es profesora y Licenciada en Letras. Publicó cinco libros de poemas: Libro del vigía (1978), Libro de la memoria (1982), Libro del espejo ardiente (1985), Libro de la frontera (1992) y Libro de navegación (2003). También publicó De narradores populares y cuentos folklóricos argentinos (ensayo sobre narrativa tradicional, 1988) y ¿Qué dicen los migrantes cuando cuentan? (síntesis de la Tesis de Doctorado en Letras sobre narrativas orales de grupos migrantes provincianos, 2013). Recibió distinciones municipales, provinciales y nacionales. Integró los grupos literarios Latencia, Contrastes y Los albañiles, con los que participó en publicaciones colectivas. Actualmente coordina el taller de poesía de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Para Horacio Preler los poemas de Patricia Coto “ponen de relieve una obra en constante desarrollo, que parte de un sentido visceral de la realidad y de su manera de sentir el mundo desde su corazón en soledad. Su lenguaje se ha enriquecido y encuentra una madura solidez en imágenes que se instalan en un profundo contenido donde la expresión va acompañada de una aguda reflexión”. 

Imagen: Tapa de Libro de navegación, Patricia Coto, Axis Mundi, La Plata, 2003. Fuente: C. C.